El conflicto entre el Estado de Israel y Palestina ocupa las páginas de los noticieros de todo el mundo, también el corazón y la mente de un sinnúmero de personas que se sienten envueltas y responsables por el destino de la Tierra Santa.
El próximo mes de septiembre, la Asamblea General de la ONU tendrá como objetivo principal la creación del Estado de Palestina. En función a esto, es importante que conozcamos y analicemos las secuencias de los acontecimientos para que así podamos posicionarnos de una manera consciente sobre un asunto de gran importancia para la paz en el Medio Oriente.
¿Cómo comenzó todo?
Si bien el conflicto israelí y palestino tiene se remonta a rivalidades milenarias desde el ámbito religioso entre árabes y judíos, las complicaciones actuales se relacionan, sobre todo, a los acontecimientos de mediados del siglo XIX y se promovieron aun más en el siglo XX.
En el siglo XIX la población palestina era formada por grupos de campesinos y nómadas que en su mayoría eran habitantes de la región entre la península del Monte Sinaí, en Egipto, al Oeste, y el río Jordán al Este. En aquella época toda la región estaba sobre el dominio del imperio Otomano, que se extendía desde el Este de Europa hasta el Norte de África. Hasta ese entonces, el pueblo palestino no poseía una organización política e institucional que regularizase las posesiones de las tierras en las cuales vivían y cultivaban.
En 1858 el imperio Otomano emitió por primera vez una ley sobre las regularizaciones de posesión de tierra en la región, que fue obtenida en gran parte por oficiales del imperio que no tenían ninguna conexión con quien realmente las ocupaba.
Paralelamente, surge entre el pueblo judío (principalmente entre los que residían en Europa, donde crecía la hostilidad antisemita) el deseo de retomar a su antigua patria. Este ideal judío de retornar a la tierra de sus antepasados se conoció como el movimiento sionista. Cuando éstos llegaban a su patria, compraban títulos de tierra que se encontraban en las manos de los oficiales del imperio Otomano, creando inclusive un fondo común para adquirir las tierras que formarían su Estado.
Los Primeros Conflictos
La compra de las tierras por parte de los inmigrantes judíos creó una revolución entre la población palestina, que ni siquiera estaba consciente de que las tierras en las cuales vivían, de hecho, no eran suyas. Con el fin de la Primera Guerra Mundial y la consecuente desintegración del imperio Otomano, las naciones árabes comenzaron a desear la libre creación de ciertos países. La región fue dividida entonces entre los protectorados de las oficinas de Francia e Inglaterra, lo que debería, de acuerdo a la orientación de la Liga de las Naciones Unidas, coordinar la formación de dichos países.
Con la Declaración de Balfour en 1917, el Reino Unido también reconoce los derechos políticos del pueblo judío, lo que estimula su deseo de formar un país en la región, y de esta forma lleva más gente a emigrar a la zona. Los árabes, por otra parte, no reconocen este derecho y promueven la invasión a la propiedad judía, lo que provocó los enfrentamientos entre los dos pueblos. En los años siguientes, varias desavenencias sacudieron a la región, las más grandes fueron en 1920, 1926 y 1936.
La Segunda Guerra Mundial
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los países europeos volcaron su atención a los problemas internos y desde Inglaterra se anuncia el deseo de que su mandato a Palestina termine. Para empeorar las cosas, la persecución de los judíos por la Alemania nazi y el Holocausto, intensificó la inmigración y se muestra al mundo la necesidad de acelerar el proceso de formación de un Estado Judío independiente.
Con el fin de la guerra en 1947, la recién formada Naciones Unidas preparará un plan de partición de la región, declarando que se formaran Estados independientes, Israel y Palestina, y la propuesta de promover la internacionalización de Jerusalén. La partición, sin embargo, no fue aceptada por la Liga Árabe, que se opuso al plan de la ONU diciendo que los judíos no tenían derecho a las tierras de la región y que la adquisición hubiera sido ilegal.
La Declaración de Independencia
El pueblo judío, sin embargo, aceptó la propuesta y declaró su independencia en 1948, que fue votada y aprobada por la mayoría de los países que componen la ONU. Sin embargo, al día siguiente de su declaración de independencia, Egipto, Siria, Irak, Jordania y Líbano le declararon guerra a Israel. La guerra resultó en la victoria de Israel y la anexión de los territorios de Galilea y el desierto de Negev.
Aunque Egipto y Jordania fueron derrotados, también se anexaron los territorios de Gaza y Cisjordania, respectivamente, casi veinte años después, dichos territorios se encontraban en manos de países árabes, y ningún esfuerzo se hizo para promover la creación de un Estado Palestino independiente.
La Guerra de los Seis Días
Uno de los conflictos más importantes en la delimitación de las fronteras en la región ocurrió en 1967. En la Guerra de los Seis Días, Israel invadió Egipto, Siria y Jordania para contener el terrorismo palestino y conquistó la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán. En 1979, Israel devolvió el Sinaí a Egipto con la firma de un acuerdo de paz en el que Egipto reconoció al Estado de Israel, convirtiéndose así en el primer país árabe en hacerlo. La ciudad de Jerusalén también fue incorporada en territorio israelí, que unificó y declaró su capital.