Un estudio de Médicos sin Fronteras denuncia que la asistencia inadecuada a la tuberculosis está acarreando una “crisis de salud pública mundial”
Si cada enfermo de tuberculosis recibiera un tratamiento adecuado, ninguno moriría. Sin embargo, cada día fallecen por ella más personas de las que han perecido por ébola en toda la historia. El año pasado 1,5 millones de personas perdieron la vida por culpa de la enfermedad. Solo uno de cada tres pacientes son diagnosticados de la variante de resistente a los medicamentos y solo uno de cada cinco recibe el tratamiento adecuado. Médicos Sin Fronteras (MSF) ha presentado este jueves un estudio en ocho países que pone de manifiesto que una estrategia desfasada está ocasionando “una crisis de salud pública mundial”.
El crecimiento de la variante de tuberculosis resistente a los medicamentos es una de los fenómenos que más preocupa a MSF. Tradicionalmente, esta dolencia aparecía en enfermos que habían sufrido tuberculosis y no se habían tratado adecuadamente, de forma que los fármacos tradicionales dejaban de hacer efecto y se requerían dosis más altas, más costosas, durante más tiempo, y con más efectos secundarios. La organización está detectando que, en algunos países, más de un tercio de los nuevos infectados tienen esta variante resistente.
“No hay tiempo para la autocomplacencia. Esta diagnosis indica que se produce un contagio entre personas. En Bombay, por ejemplo, la transmisión inicial de cepas resistentes provoca la propagación de la epidemia en las zonas de los barrios marginales y entre los grupos más vulnerables, como las personas con VIH”, afirmó Petros Isaakidis, epidemiólogo de MSF en India, en el 45ª Conferencia Mundial sobre Salud Pulmonar que se celebra esta semana en Barcelona. “La tuberculosis resistente es un desastre humano que nace de años de abandono y una respuesta lenta y poco sistemática. Los países deben aumentar sus esfuerzos para mejorar la atención a esta enfermedad acorde con las directrices internacionales y aprovechar la oportunidad que ofrecen las nuevas herramientas que fortalecen y aceleran la lucha contra la tuberculosis”, recalcó el doctor.
“Imaginen a un enfermo que tiene la suerte de ser diagnosticado adecuadamente, que pertenece a ese 33%. Está delante de un médico como yo, que sabe lo que tiene, lo que le podría curar, pero ha de decir: ‘Lo siento, pero su sistema sanitario no subvenciona este tratamiento’. Esto está sucediendo en muchos de los países donde la enfermedad es más dura”, lamentó Philipp du Cros, uno de los especialistas en tuberculosis y VIH de MSF.El informe Out of Step está basado en una encuesta realizada por MSF en ocho países: Brasil, India, Kenia, Myanmar, Rusia, Sudáfrica, Uzbekistán y Zimbaue, que representan un extenso espectro de la epidemiología de la tuberculosis resistente y la coinfección por VIH. La organización asegura que hay cinco grandes deficiencias que entorpecen la lucha contra la enfermedad: la falta de acceso a las pruebas de resistencia a los medicamentos, el aumento del número de personas con la variante multirresistente que no recibe tratamiento, el uso continuado de modelos anticuados y costosos y el acceso limitado a los prometedores medicamentos nuevos y reutilizados y la escasez de fondos.
Los países estudiados adolecen de una acuciante falta de recursos que deja fuera del sistema a los tratamientos más modernos y prometedores (bedaquiline y delamanid), a los que tan solo han accedido parcialmente algunos. Tampoco cuentan con la posibilidad de incorporar los tratamientos necesarios para la variante extremadamente resistente. “Las limitaciones impuestas por la industria farmaceútica y los gobiernos está dejando sin medicinas a miles de pacientes. Además, la falta de recursos para investigación está retrasando el hallazgo de curas efectivas para la tuberculosis”, denunció Grania Brigden, referente en la campaña de acceso a medicamentos esenciales de MSF.
Además de estos problemas de falta de recursos, la ONG también ha detectado otros meramente organizativos, de procedimientos, que no ayudan a luchar contra la enfermedad, e incluso obstaculizan su erradicación. Cuatro de los países analizados incluyen en sus protocolos la hospitalización de los pacientes, cuando su tratamiento ambulatorio se ha mostrado igualmente eficaz a la hora de eliminar la tuberculosis, es más barato, mejor tolerado por los pacientes y reduce los riesgos de infección y las listas de espera.